Oir como comienza a crepitar, como se hincha, como dilata, el fino conductor que actúa como el fusible de este caótico contenedor de ideas, de proyectos, de hechos, de culpas y cargos...
Es sentir lo cerca que se está de poner un pie en el abismo, de abandonar la conciencia y volverse un nudo, como ese en el que se convierten las cadenas olvidadas en un viejo alajero.
Abandonar la posibilidad de controlar el propio fluir de las palabras y dejarlo que sea, amorfo, torpe, incosistente, una marea de incontenidos sentires, pesares.
Ver como se quiebra ese delgado metal que evite que se queme el resto del sistema... y sí, salta el fusible... se quema, se rompe, se quiebra.
y solo funciona cambiarlo... calma, calma el alma y la cabeza,
calmar las manos y la conciencia...
callar la culpa
callar la duda
callar la pesada carga de la autoexigencia
callar el dolor
callar el agotamiento
callar las ganas...
y que reviente el fusible....
ya hemos aprendido, después de tanta sobrecarga de tensión.... que después pasa... y algunas veces ganamos mas resistencia, y otras tantas nos quemamos más rapido.
Pero por sobre todo hemos visto resistir el sistema.... asi que todo, una vez más, va a estar bien.
Mawan, la lluvia divina que perfuma la vida
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